A pesar de la extrema escasez de recursos financieros y naturales, Corea se levantó de los escombros que había dejado la Guerra de Corea de 1950 a 1953 y consiguió un crecimiento económico a una velocidad sin precedentes. Los expertos denominaron este inédito logro del país de la calma matinal como “el milagro del río Han”.
En los albores de la década de 1960, Corea implementó un plan de desarrollo económico impulsado por las exportaciones. Al principio, se concentró en exportar materias primas o productos de la industria ligera manufacturados en pequeñas fábricas. En la década de 1970, el país logró sentar las bases de la exportación de productos de las industrias pesadas al invertir en instalaciones de industria pesada y química.
En 1988, Corea acogió los Juegos Olímpicos de Seúl, lo que permitió al país que se uniera al grupo de los países avanzados. Los medios de comunicación internacionales llamaron a Corea “uno de los cuatro dragones de Asia” junto con Taiwán, Hong Kong y Singapur. En diciembre de 1996, este país pasó a ser el 29º miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), formada mayoritariamente por naciones de economías desarrolladas. De esta manera, más allá de un “dragón” de Asia, se convirtió en el “dragón” del mundo.
No obstante, Corea tampoco fue capaz de escapar de alguna grave crisis económica y se vio obligada a solicitar un rescate al Fondo Monetario Internacional (IMF) en noviembre de 1997. Se eliminaron las empresas insolventes y se llevó a cabo una reestructuración empresarial. Gracias a estos esfuerzos decididos para erguir la economía, en tan solo dos años la tasa de crecimiento y el índice de precios al consumidor se estabilizaron y logrando un superávit por cuenta corriente. En este proceso, los ciudadanos también contribuyeron a mejorar la situación económica. Aproximadamente 3 millones y medio de coreanos se ofrecieron a entregar un total de 227 toneladas de oro para contribuir a la devolución del préstamo del FMI. El sacrificio y la admirable voluntad del pueblo llamaron la atención y conmovieron a la comunidad internacional. Si bien Corea adoptó el sistema económico y financiero internacional, transformando la desdicha en una oportunidad, no todo fue color de rosa, ya que surgieron algunos efectos secundarios.
Tras la mencionada crisis financiera, la economía coreana recuperó la senda de crecimiento y continuó mostrando una tendencia alcista. Los números hablan por sí solos: el producto interno bruto (PIB) se incrementó de 504.600 millones de USD en 2001 a 1 billón 664.300 millones de USD en 2022. En 2010, se convirtió en el séptimo mayor exportador del mundo. El volumen de comercio se registró en 1 billón de USD por cuatro años consecutivos (del 2011 al 2014). Aunque se contrajo ligeramente en 2015 y 2016, el comercio se recuperó al nivel anterior de 1 billón de USD en el 2017. Finalmente, el volumen de comercio de Corea del Sur alcanzó 1 billón 810.200 millones de USD en 2021, un récord histórico. Las reservas oficiales de divisas de Corea del Sur al año de 2021 llegaron a ser de 463.100 mil millones de USD, una cifra considerada como volumen suficiente para salvaguardar la estabilidad del sistema financiero frente a los impactos externos. La comunidad internacional también aprecia mucho este desempeño económico surcoreano, por lo que la calificación crediticia soberana de Corea del Sur se ha mantenido en un nivel estable.
En los albores de la década de 1960, Corea implementó un plan de desarrollo económico impulsado por las exportaciones. Al principio, se concentró en exportar materias primas o productos de la industria ligera manufacturados en pequeñas fábricas. En la década de 1970, el país logró sentar las bases de la exportación de productos de las industrias pesadas al invertir en instalaciones de industria pesada y química.
En 1988, Corea acogió los Juegos Olímpicos de Seúl, lo que permitió al país que se uniera al grupo de los países avanzados. Los medios de comunicación internacionales llamaron a Corea “uno de los cuatro dragones de Asia” junto con Taiwán, Hong Kong y Singapur. En diciembre de 1996, este país pasó a ser el 29º miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), formada mayoritariamente por naciones de economías desarrolladas. De esta manera, más allá de un “dragón” de Asia, se convirtió en el “dragón” del mundo.
No obstante, Corea tampoco fue capaz de escapar de alguna grave crisis económica y se vio obligada a solicitar un rescate al Fondo Monetario Internacional (IMF) en noviembre de 1997. Se eliminaron las empresas insolventes y se llevó a cabo una reestructuración empresarial. Gracias a estos esfuerzos decididos para erguir la economía, en tan solo dos años la tasa de crecimiento y el índice de precios al consumidor se estabilizaron y logrando un superávit por cuenta corriente. En este proceso, los ciudadanos también contribuyeron a mejorar la situación económica. Aproximadamente 3 millones y medio de coreanos se ofrecieron a entregar un total de 227 toneladas de oro para contribuir a la devolución del préstamo del FMI. El sacrificio y la admirable voluntad del pueblo llamaron la atención y conmovieron a la comunidad internacional. Si bien Corea adoptó el sistema económico y financiero internacional, transformando la desdicha en una oportunidad, no todo fue color de rosa, ya que surgieron algunos efectos secundarios.
Tras la mencionada crisis financiera, la economía coreana recuperó la senda de crecimiento y continuó mostrando una tendencia alcista. Los números hablan por sí solos: el producto interno bruto (PIB) se incrementó de 504.600 millones de USD en 2001 a 1 billón 664.300 millones de USD en 2022. En 2010, se convirtió en el séptimo mayor exportador del mundo. El volumen de comercio se registró en 1 billón de USD por cuatro años consecutivos (del 2011 al 2014). Aunque se contrajo ligeramente en 2015 y 2016, el comercio se recuperó al nivel anterior de 1 billón de USD en el 2017. Finalmente, el volumen de comercio de Corea del Sur alcanzó 1 billón 810.200 millones de USD en 2021, un récord histórico. Las reservas oficiales de divisas de Corea del Sur al año de 2021 llegaron a ser de 463.100 mil millones de USD, una cifra considerada como volumen suficiente para salvaguardar la estabilidad del sistema financiero frente a los impactos externos. La comunidad internacional también aprecia mucho este desempeño económico surcoreano, por lo que la calificación crediticia soberana de Corea del Sur se ha mantenido en un nivel estable.